Internet supone una parte cada vez mayor de la cultura actual, especialmente para los niños y los jóvenes, cuyas tareas más populares incluyen los deberes, los juegos en línea y las redes sociales. Sin embargo, la falta de acuerdo común sobre el enfoque correcto para la educación y la protección de los niños añaden retos adicionales a la experiencia y la expresión de los niños en línea. Además, las diferencias culturales y geográficas, en cuanto a las normas sociales y legales, reflejan el hecho de que no hay un punto de vista universalmente aceptado sobre lo que define a una persona como niño, o sobre qué es apropiado para un niño, haciendo que sea muy complicado definir el «comportamiento y el contenido inapropiados».
Aunque algunos delitos en línea son de naturaleza transfronteriza y por ello requieren de una atención global, a nivel nacional las políticas que persiguen regular estos contenidos han utilizado hasta ahora sobre todo una gama de técnicas de filtrado para limitar el acceso al contenido de Internet, e incluso bloquearlo. Además, aunque se aconseja a menudo el nivel de filtrado informático paterno individual o institucional local (y debería usarse principalmente con preferencia al filtrado a nivel de red), ni estos esfuerzos, ni los métodos de filtrado a nivel nacional o local son 100% efectivos para regular el contenido indeseable, puesto que a menudo tienden a bloquear demasiado o demasiado poco los contenidos. El filtrado a nivel de red también cuenta con efectos adversos adicionales. Por lo tanto, resulta vital para los padres, los educadores, los tutores, los compañeros y el estado, educar a los niños y los jóvenes sobre los riesgos y las responsabilidades que pueden encontrarse al utilizar Internet.
Este enfoque podría hacer que los jóvenes reconocieran y evitaran los peligros, otorgándoles también las habilidades en línea para cosechar los beneficios que la actividad de Internet ofrece.
